miércoles, 19 de septiembre de 2012

¿Guapa?

Ayer me fui de compras (jijijiji). Eso de que mi rizos haya dado un estironcillo y le quede la ropa demasiado ajustada me dio la excusa perfecta para sacar las llaves del coche del bolso y salir a comprarle trapos para el ya tan cercano otoño: ropa interior (ya tendrá edad en la que se compre sus propios calzoncillos), un par de pantalones de chandall, unas sudaderas y un pijama gordito y colorido, para sus noches destapado, dando mil vueltas en la cama. En definitiva, cosas cómodas y prácticas, que se le quedarán pequeñas en un visto y no visto.

Ya metidos en jardines y teniendo en cuenta que se me está acabando la hidratante de día (con factor de protección solar, para esas estupendas manchas que se oscurecen con la luz veraniega mi cara), me fui a mi tienda habitual para esos menesteres.

La vendedora (nueva) me miró, sonrió cuando le dije lo que quería y antes de darme el producto, me recomendó que para mi edad YA necesitaba otra cosa. No me lo podía creer, acabada de descubrir que en realidad soy de la época de los faraones. ¿se notará mucho?.

Como estoy muy, pero que muy zen, le pregunté: "¿y que me recomiendas?". No se para que se me ocurre preguntar esas cosas. Pese a que yo esbozaba una sonrisa, por dentro me la imaginaba en una piscina de tiburones hambrientos.

Lo dicho como estoy muy zen, muy espíritu positivo toda yo, la seguí hasta el expositor de las hidratantes. ¡Qué universo!, en estas cosas si que hay que hacer un master, intensivo a ser posible.

Se me empezó a desdibujar la sonrisa cuando me recomendó una crema para anti-age; ¿será bicho?, pensé mientras, toda cínica yo seguía sonriendo. ¡Cómo si los años se quitaran a base de cremas con olor a manzana!. Me empezó a  hablar de rellenadores de colágeno para arrugas profundas. Me alarmé ¿de verdad, que yo necesito de eso?.

Debí de torcer el gesto, porque me dijo, así como para arreglarlo, que las mías eran de "expresión". ¡Toma ya!. "Soy todo luz, nada me afecta", repetía yo como un mantra en mi interior, mientras mi boca decía: "Si, es que afortunadamente yo SI sonrío mucho" (borde), esto lo pensé, pero no lo dije.

Me decanté con la "cojocrema", alisadora, revitalizante, efecto lifting, vamos, que te la das y te transformas en "super-diva-divina de la muerte". De vuelta a la caja, me suelta: ¿no necesitas una mascarilla con efecto resplandeciente?.

Respiro, toda zen, mucho zen, mucha luz en mi interior y la miro, de la forma más dulce que fui capaz de mirarla.  O sea, que no sólo tengo arrugas profundas que es mejor rellenar con colágeno (o con cemento, si ya puestos...), ¿además, tengo la cara apagada? pero, ¿que tiene la mascarilla? ¿bombillas de led?
"Es que están de oferta, 2 X 1". ¡Ah, vale, es que tienen excedentes en el almacén, no es que lo esté pidiendo a gritos mi cara!

Declino el amable ofrecimiento, pero la muy ca...pacitada vendedora me tienta con hidrante corporal. "No, muchas gracias, que no lo necesito por ahora" (vamos, maja, que me tienes "suavecita" con tus comentarios).

En fin..., nos dirigimos a la caja, saco la tarjeta de crédito para pagar la crema que me va a convertir en una diosa de la belleza del mundo-mundial. Me cobra ¡bien, ya estamos acabando con este suplicio! y me da un folleto que me permitirá disfrutar de una sesión de maquillaje gratuita. ¡Toma ya, toma ya y toma ya!, además de "arrugada y apagada", encima no me se maquillar.

No se si llorar o morderla en la yugular. No, estoy muy zen, "soy toda luz y nada me afecta", me repito hasta la saciedad. Me regala, muy amablemente unas muestras de pinta labios mini. ¡Ay, y yo pensando en como matarla, sin con dolor o con sufrimiento!.

Salgo de la tienda con una sensación extraña, no se si debería estar triste por ser como un edificio veneciano (casi hundida) o ilusionada porque a partir de ahora voy a ser luz por dentro y por fuera (voy a resplandecer sin una sola arruga, de "expresión" y voy a estar lo siguiente a guapa).

Y lo malo de estas cosas, que voy meditando en silencio en el coche mientras conduzco, es que siempre acaban de la misma manera: atracando la caja de los bombones. Anoche se acabaron las existencias. Y encima ya no estoy tan zen.

5 comentarios:

  1. ¡Jajaja! "soy toda luz nada me afecta". Me ha ENCANTADO.Me lo voy a poner en la nevera bien grande. Pues que Santa Lucía le conserve el oído a esta señora, porque lo que es la vista la tiene ya perdida, ¡¡si eres preciosa!! tanto por dentro, como por fuera. Seguro que no tiene ni idea, si hasta yo, que tengo los conocimientos de maquillaje de un pingüino, trabajé en Lóreal de El Corte Inglés un verano!!! nada, ni caso. Disfruta de tu Rizos y del chocolate, que son la esencia de la vida.
    Besitos!!

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    1. No, si en el fondo me reía bastante, de hecho me costó contenerme y no reirme allí mismo. Pero si lo piensas bien, se tiene tan idealizada la belleza y la juventud (uff esto da para otro post), que nos preocupamos por el aspecto exterior, cuando lo importante es ser guapos por dentro.
      En fin, cuando empiece la crema ya os digo si se notan los efectos, jajajajaja.

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  2. Anda que menuda gilipollas, no te preocupes, a mí hace dos años me ofrecían efecto lifting de Olay...tenía 25 años, jajajaja y todavía no hay nadie que me eche 27, así que...nada, es vender por vender, jajajaja

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  3. Jo, menos mal que me pilló de buen rollito, que me pilla en horas bajas y me hunde en la miseria.
    Yo me miro en el espejo y a veces me gusta lo que veo, que no es poco.
    Besos Madi.

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  4. La semana pasada mi madre fue a visitar a una vecina a su residencia. La señora en cuestión tiene 87 años. Una mujer guapísima y con un cutis maravilloso, lustroso y sin arrugas. Dice no haberse cuidado nunca y mi madre dice que esta maravillosa. En fin la genética, aunque soy de la creencia de la constancia en las cremas algo hace, sigo pensando que lo que nos quieren es vender es algo imposible es parecer más joven. Yo creo que lo que hay que estar es guapa a cualquier edad y eso tu ya lo tienes así que cuídate que es importante pero sin obsesión y por supuesto, muy zen, jajaja

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