lunes, 5 de noviembre de 2012

Matices.

A pesar del frío, de que anochece cuando aún queda media vida por vivir, a pesar de que la humedad se cala en mis huesos y me entumece. A pesar de que hay más de triste que de alegre en todos y cada uno de los días que forman parte del otoño, si hay algo que me maravilla: la inmensa paleta de colores que la naturaleza nos brinda cuando llega el frío.

Los árboles parece que se despiden de la vida, dando lo mejor de si, como si del canto del cisne se tratara, antes de perder parte de su identidad, de enfrentarse desnudos al invierno.
A veces la niebla, frecuente donde vivo, antes más que ahora, envuelve sus copas y al desparecer, desvela tonos amarillos, rojizos, variantes de marrones, verdes apagados y húmedos troncos de chopos y acacias.
El olor de las hojas mojadas impregna el ambiente, más silencioso que de costumbre.
Paseos mudos, en mis antiguos amaneceres de pesca sin prisas. El crujido de las hojas al romperse bajo mis pies, arremolinadas por el viento y el tiempo.
La humedad y la imagen de la lluvia amarilla de hojas amarillas, desprendiéndose por la impuesta cadencia de las intermitentes brisas otoñales.
Caminos en el monte, que quedan tapados. Cubiertos por un manto marrón. Por un manto de muerte nervada y seca. Ocultos hasta que llegue la nieve y lo cubra  todo. 
Ahora vuelvo a subir a Fuenfria. Me tapo bien. Incluso en mis recuerdos, recuerdo el frío, el sonido de las hojas. Las piñas abiertas después de haber pagado a la tierra su tributo, desparramadas por el suelo.
En mi memoria vuelvo a subir por la calzada romana. Me pesan las piernas y más las botas. Miro a mi alrededor. Mis dedos vibran al acariciar el musgo sobre la piedra.
Miro las copas de los árboles que me rodean. Ya casi nada es verde. Giro 180 º y vuelvo sobre mis pasos.
Amarillo, marrón, anaranjado. Así quedó en mi memoria. 

4 comentarios:

  1. Eres admirable, siempre viendo el lado positivo de la vida y de la paleta de colores. De mayor quiero ser como tú :)
    Un abrazo y feliz comienzo de semana cortita.

    ResponderEliminar
  2. Y mira que es difícil ver el lado positivo de la vida cuando todo lo cubre la bruma...
    Por lo menos se intenta, que no es poco.
    Besos a repartir para ti y medio limón.

    ResponderEliminar
  3. A veces la bruma es el preludio para ver mejor el sol, a mi me encanta el otoño, pasear por el Retiro, mejor que que en primavera, para ver los diferentes colores de los inmensos árboles que lo pueblan.
    Todo invita a recogerse en casa y abrazarnos debajo de la manta para esperar el invierno, que en Madrid, vendrá pronto.
    :)

    ResponderEliminar
  4. El Retiro es una maravilla en cualquier época del año, pero en otoño es un despliegue de colores ¿verdad?

    ResponderEliminar