lunes, 25 de febrero de 2013

Esos sufridos "bichos" viajeros.

Me ha "tocao", si, me ha "tocao", he tenido en casa un bicho, que proviene de la escuela y no son piojillos.

Dentro de las actividades de este ciclo en el cole del ex-rizos, han decidido que una mascota viva por días en las casas de los niños de la clase de mi hijo. Y como no es un ser vivo, mejor. Porque cuando no los contaron en la reunión trimestral, ya me imaginaba yo dando explicaciones sobre el motivo del futuro óbito.

¡que miedito, que miedito, madre!

La situación fue la siguiente (supongo que si alguien que me lea tiene hijos de más de 3 años ya han pasado por esto): te lo dan en una bolsa, haces los deberes que te hayan tocado del libro que lo acompaña y hay que devolver todo el kit en perfecto estado en 3 días.

Al principio pensé en esconderlo de las hordas infantiles que custodio y a ser posible que ni se enteraran de su presencia, pero no hubo forma. Mi hijo merendó con él, jugó con él, cenó con él, en la bañera quería meterlo con él, pero le convencí que era "de secano" y por supuesto, a la cama, si, a la cama se fue con él.

Como fue parte de la familia durante unos días, le hicimos una foto para el recuerdo.


Hemos tenido en casa al "pirata Cara Rata" y creo que a pesar de todo el pobre, se ha sentido cómodo en nuestra casa. A veces me saluda en el patio del cole, camino del siguiente destino de viaje.

¡¡Pobre!!


domingo, 24 de febrero de 2013

El ladrón de suspiros.

Uno, dos, tres, ains.

Es tiempo de frío, es tiempo de reuniones con amigos, es tiempo de mirar por la ventana. Uno, dos, tres, suspiro de nuevo. Es el prototipo de hombre que atrae todas las miradas allá donde va.


Entrar en un bar y ser el centro de gravedad de los planetas con nombre femenino, es su consigna. Venus gira en torno a su torso y su espalda,  se intuye que roza la perfección.




Una mirada, un gesto y es una fuente de "aises".

Fuera puede estar diluviando y que la lluvia golpee paredes, pero si el está en una habitación, se ve el sol brillar hasta debajo de la moqueta. No es excesivamente guapo, pero su atractivo rompe rocas y corazones. Encandila con su sonrisa, su corte de pelo ligeramente engominado le vuelve irresistible a veces, demasiado perfecto otras. Con traje y barba de un par de días está para decirle algo (si se le pudiera decir lo que se piensa).




El negro y si es en el traje, debería tenerlo prohibido en su armario: produce taquicardia en las féminas. Y ni te cuento con el resto de su vestuario. Con ropa informal, sube la tensión.




Imposible ser objetiva y eso que no ha llegado la primavera, pero el calor va "in crescendo", con el ladrón de suspiros cerca.


Ains, ains, ains.

jueves, 14 de febrero de 2013

Is this love.

Si eres capaz de sentir amor y eres capaz de valorar el amor que recibes, 
¡ ¡baila conmigo! !


domingo, 10 de febrero de 2013

Doliente.

Esta sensación que siento solo pueden entenderla aquellas personas que viven en su cuerpo la experiencia de un dolor constante, sordo, entre leve y moderado, pero que te acompaña invariablemente de la hora que sea, el día de la semana en el que estés o el mes del año en que te encuentres.

Para aquellos que celebramos de forma constante el día de Santa Teresa, que también es el Día Mundial contra el Dolor (mira que casualidad ¿no?), acordándonos de la genética como de la peor de las maldiciones, no es precisamente motivo de alegría ser de este club.

No es nada que te anule completamente tu capacidad de hacer cosas, a veces si, si es más fuerte, pero cuando se perpetua en el tiempo, cuando se instala junto a ti y no te abandona, cuando es el único que no lo hace mientras todos los demás salen huyendo, cuando es tu amigo fiel año tras año, no sabes si odiarlo, respetarlo o simplemente tratar de ignorarlo mientras que no sea excesivamente insidioso.

Se va contigo a la cama, se levanta contigo, te acompaña al trabajo y mientras comes, se mira en el espejo y le ves reflejado en tu cara. A veces te hace burla y se ríe despiadado de tus planes de tener un día tranquilo. Te hace pensar en él cuando vas caminando por la calle, a veces no te deja pensar en ninguna otra cosa.

Te humilla y desarma tu coraza de sonrisas, hasta convertirlas en tristes muecas desvencijadas. Sabes que no te va a matar, pero te hace la vida menos llevadera. A veces le atacas, hay pastillas que son tu defensa, pero no pueden serlo toda la vida y lo sabes y sólo recurres a la magia de los analgésicos cuando te ves sin fuerzas para hacer frente a todo al mismo tiempo.

Te rompe, cambia tu humor y tu relación con los demás. Luego se aleja de ti durante unos días y piensas que le has perdido de vista y vuelve como el amante fiel, pero eres tu la que se postra a sus pies y no al revés.

De nada sirve llorar y decir que no puedes más. Sólo te queda la opción de hacerle frente, es tu compañero de viaje y así seguirá durante años. Caminará contigo mientras tengas fuerzas para seguir caminando. Y sonreirá mientras te vea tocar el cielo, porque sabe que bajarás a tierra y de nuevo será tu único amo.



Es como la parte mala de la vida, pero sin el como. Es como querer y que no te quieran. 

sábado, 2 de febrero de 2013

Grand Central Station.

Mientras cenaba he podido escuchar una noticia que no era mala, todo lo contrario. Grand Central, en la Gran Manzana, se ha vuelto centenaria.





Cuando atravesé por primera (y de momento única) vez el Atlántico, estuve alojada muy cerca, apenas unos metros de este cruce de comunicaciones neoyorquino. En la 45 St. con Madison Avenue.

De las primeras cosas que hicimos tras llegar, soltar el equipaje, ver como funcionaba la tele (a esas alturas ya no me sorprendió ni lo más mínimo), impresionarme con el "im-pre-sio-nan-te" chico de seguridad que vino a abrirnos la caja fuerte de nuestra habitación y bajar la temperatura del aire acondicionado, casi innecesario ese 4 de julio de hace tantos años, pues lo primero fue encaminarnos por Vanderbilt Av. para llegar a Grand Central.

El objetivo era comprar una "New York Pass" para cada uno y a patear cada rincón como típicos turistas, hasta que no pudiéramos más.

De Grand Central me impresionaron las dimensiones de su vestíbulo y su techo con más de 2500 estrellas, formando las constelaciones...




Me intimidaron los USMC, esos Marines, metralletas (o lo que fueran) en mano, que más parecían armarios roperos de cuatro puertas, que humanos, con cara de cabreo, mirando a todos como si fuéramos peligrosos bichos andantes.

Me fascinó, como no, su reloj de cuatro caras del vestíbulo. Tic-tac-tic-tac. ¡Ay, qué inexorable es el tiempo, aunque hay cosas que no cura ni en la distancia, aunque atravieses medio mundo, aunque te escondas detrás de la lente de una cámara para hacer fotos en B/N que enseñar alguna vez!

Delante de la escalitana, recordé la secuencia de "Los intocables de Eliot Ness", con ese carrito de bebé rodando a cámara lenta por las escaleras.

Me sentí abrumada por la gente que se cruzaba ante mi, rápidos, con destino fijado. Cruce de caminos, cruce de vidas, cruce de miles de universos paralelos, en el escenario archi-conocido, en el decorado real de mis películas antiguas. Me sentí pequeña, me sentí frágil, me sentí indefensa y asustada.

Yo también había elegido mi camino y mis pasos me habían llevado muy lejos, pero no puedes huir del destino, no puedes esconderte de tu realidad, ni refugiarte en sueños falsos.

Ya era hora de pasar página, o al menos de intentarlo. No puedes borrar una mala experiencia, como si no  hubiera sucedido, pero si al menos, intentar vivir como si no te afectara. Aunque también sea misión imposible, desterrar su recuerdo.

El peso de esas constelaciones de fondo verde, cayó sobre mi y me dediqué a hacer una foto más, si otra más. Para el recuerdo.